El Ministerio de Asuntos Exteriores (MAE) de Rusia afirmó este miércoles que Occidente y la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) no están interesados en cumplir sus obligaciones respecto a las exportaciones agrícolas rusas contempladas en el acuerdo de la iniciativa de granos del Mar Negro.

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En una declaración, el MAE ratificó que Rusia está dispuesta «a considerar la posibilidad de reactivar la Iniciativa del Mar Negro, pero solo después de que se cumplan los requisitos para levantar el estatus de sanciones a las empresas rusas involucradas en el ámbito de los productos agrícolas y fertilizantes».

Subrayó que en lugar de exenciones de las sanciones que se aplican a Rusia desde el inicio de su operación militar especial en Ucrania, hasta el momento Moscú solo recibió promesas de la ONU y ninguna garantía real de reconexión de sus bancos al SWIFT, liberación de sus activos congelados o el restablecimiento del oleoducto de amoníaco Togliatti-Odessa, infraestructura clave para producir fertilizantes y alimentos.

Entre otras interpelaciones, Rusia informó que ha invitado a la ONU a conversar sobre estos temas, pero la responsable del acuerdo por dicha organización, Rebeca Greenspan, no quiere viajar a Moscú ni envía informes sobre su trabajo.

Rusia continuará exportando alimentos

En el texto, el MAE puntualizó que Rusia continuará donando alimentos a países necesitados y exportando alimentos y fertilizantes para ayudar a estabilizar los precios.

Detalló que envió 20.000 toneladas (ton) de fertilizantes a Malaui y 34.000 a Kenia, mientras se prevén entregas de 23.000 ton a Zimbabue, 34.000 a Nigeria y 55.000 a Sri Lanka. En paralelo, se donarán 200.000 ton de trigo a Somalia, República Centroafricana, Burkina Faso, Zimbabue, Malí y Eritrea.

El MAE añadió que de conjunto con Türkiye y Qatar se elabora un proyecto para enviar un millón de ton de cereales a Ankara, para que puedan ser procesados allí y luego donados a países más pobres.

Críticas al Acuerdo de Granos

En su declaración, la cartera de Exteriores reiteró que la iniciativa «no ayudó a los países más pobres a combatir el hambre. De 32.8 millones de toneladas de carga, una ínfima fracción -menos del 3 por ciento- se envió a los países necesitados».

Aseguró que «el grano que se exportó en el marco del ‘acuerdo’ solo enriqueció a los productores de forraje ucranianos. Estaba destinado principalmente al ganado y se dirigía a Europa, no a África».

Enfatizó que tras la finalización del «acuerdo», los precios de los cereales no ha hecho más que disminuir. Valoró que en general no hay problemas con la producción de alimentos ni escasez física global de ellos, sino problemas con su distribución.

Por otro lado, consideró que se exagera el papel de Ucrania en la producción cerealera, que rondaba el 5 por ciento al inicio del operativo militar ruso, en febrero de 2022, y continúa reduciéndose. En este sentido, recalcó que Kiev disminuyó parte del área sembrada y otra la envenenó con toxinas liberadas tras el uso de proyectiles de uranio empobrecido en el conflicto con Rusia. 

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